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Don Isaac Melgosa nació en la provincia de Burgos. Muchos de nuestros alumnos podrían decir de él como del Cid: “El que en buen hora nasció”. Pero no es Campeador, aunque sea burgalés, D. Isaac. No es guerrero a la antigua usanza si bien la disciplina es marchamo fundamental de su carácter. Don Isaac tiene el pelo entrecano y su físico –castellanísimo- muestra en su rostro magro y en su fortaleza, nada exhibitoria, una reciedumbre espiritual poco común. Hombre polifacético, dirige las tablas de gimnasia con la misma desenvoltura que las traducciones de Cicerón o de Tácito. Y su profundo conocimiento de la Escolástica, de Descartes y de Espinosa, no entorpece para nada su estupenda vocación musical comunicada a los alumnos que componen la “Schola Cantorum” de las Escuelas que también él, con supremo acierto, dirige.
Hemos visto muchas veces a don Isaac elevado sobre la plataforma –dirigiendo canciones o ejercicios rítmicos- y, sin embargo, su actitud, en tales momentos, aúna una perfecta dignidad de gesto y una ausencia total de énfasis. Es difícil, ¿verdad? Todo el mundo sabe respetar a don Isaac y, no obstante, jamás hemos visto desencuadernado su ademán ni su voz fuera de cauce. Su modestia es exagerada y, al par, su estilo es de gran tono. (D. Eugenio d’Ors, llamaba gran tono al del hombre cuya inteligencia actúa en función de armonía; no en función de apabullamiento de las demás facultades).
Resumiendo, D. Isaac Melgosa sabe ser Maestro, sabe ser Educador. Está siempre en su sitio. Difícil también sobre todo en este tiempo que vivimos en el que tan frecuente es que, cada uno, busque su sitio en el sitio que ocupan los demás. Muchos llaman a esto dinamismo, inquietud, movimiento. Y no. Es que, ahora, nadie alcanza su auténtico y personal nivel porque se pasa la vida, mirando de reojo, a derecha e izquierda, el nivel de los demás. Casi nadie quiere saber quién es, y casi todo el mundo sabe quién es todo el mundo...
Conocí a D. Isaac en unos Ejercicios Espirituales que el profesorado de la Institución de entonces hizo en la Casa de Ejercicios de Almería. La Institución acababa de enriquecerse, porque el de D. Isaac fue un “fichaje” extraordinario. Desde aquel día el equipo de la “Sagrada Familia” aumentaba sus “tanteos” en todos los campos pedagógicos. Era la época en que triunfaba Zarra en los campos de fútbol. Por su acometividad, por su entrega, por su juego limpio..., comparaba yo a D. Isaac, “mutatis mutandis” con el as bilbaíno. Y en efecto, don Isaac Melgosa tiene bien ganado su prestigio de “delantero centro” del claustro de Profesores de la Escuela de Magisterio de Úbeda. Pero Zarra en lo suyo envejeció y, en lo suyo, don Isaac sigue poniendo “toda la carne en el asador”.
Se ha pensado más de una vez en un homenaje de la SAFA a don Isaac Melgosa Albillos. Pocas cosas tan oportunas, tan justas y tan a gusto de todos como ésta...
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