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Úbeda

Juan Pasquau Guerrero en su despacho


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DOÑA ANA NEGRILLO (Precede al tít.: Mujeres safistas)

Juan Pasquau Guerrero

en SAFA. nº 30. Noviembre-diciembre de 1964


        

Queremos, vivamente, que también las mujeres intervengan en SAFA. El “sólo para hombres” no nos va. Ellas, -la madre, la mujer, la esposa, la novia- tienen su misión, alta, entre nosotros. Por eso anunciábamos el propósito de dedicar una sección de la revista a la mujer.

Ya está aquí la sección. Hemos querido que la inaugure doña Ana Negrillo a la que, desde este momento, proclamamos “safista de honor”. No en vano sigue de cerca los avatares de la Institución.

Vive en Úbeda. Es la madre del Padre Mendoza. Por muchos conceptos extraordinaria, la vida de esta mujer exige una apología y, de verdad, nuestro homenaje. Es madre de siete hijos ejemplares (de ellos, tres jesuitas y tres misioneras mercedarias con residencia en Oceanía). Maestra y esposa de maestro, de larga experiencia pedagógica, ¡cuántas lecciones puede darnos! ¿Por qué aprenderlo todo en los libros?

He aquí a doña Ana, vida abierta, para quien quiera descifrar, en los caracteres indelebles de su espíritu, las virtudes de la abnegación, de la simpatía, de la inteligencia fecunda. Vive con su cuñada en la calle Don Juan. Su cuñada -doña Amalia Mendoza López- es otra señora con talla y con cuño de auténtica fortaleza cristiana, que ha dedicado gran parte de su vida a la caridad en un Hospital Refugio de Granada. Ellas nos agradecerían que no hablásemos de sus méritos, pero uno tiene la obligación de informar. Que nos perdonen.

Nos reciben en su reducido pisito. Amablemente nos invitan a café. La charla es inolvidable...

Doña Ana habla de su vida. Nació en Jaén. Maestra en Linares (tres años), en Begíjar (16 años) y otra vez en Linares (25 años). ¡Buena hoja de servicios!. Se casó con don Ramón Mendoza López, también Maestro que ha dejado un recuerdo imborrable en Begíjar.

-¿Su impresión de la SAFA, doña Ana?

- Admirable. Y me agrada especialmente la formación religioso-social que imprime a todos los alumnos.

- ¿Cree usted que las mujeres vinculadas a la SAFA tienen un importante quehacer en la Institución?.

- Su misión debe ser de estímulo, de aliento. La mujer puede ser una excelente palanca de la Obra.

- Para hacer efectivo ese estímulo, ¿cree oportuno que se agrupen de alguna manera?.

- Debe haber un contacto íntimo entre ellas. Y podría intentarse una agrupación especial, con sus reuniones periódicas, en las que se expusiesen iniciativas, propósitos.

-Como Maestra, ¿qué opina del Magisterio?.

- El Magisterio ha de vivirse con espíritu de sacerdocio. Importa sobre todo en el Maestro la conciencia del deber cumplido. Con esta buena conciencia el Maestro tiene “cuerda” para vivir siempre contento, aunque otras dificultades -la económica, por ejemplo- quisieran impedirlo.

-¿Qué opina de las corrientes pedagógicas más recientes?

- Quizás son un poco blandas. Se necesita el rigor en la educación, aunque es detestable la violencia. Hay mucha “literatura” -algo vejatoria- para el maestro antiguo. Pero el maestro antiguo tenía virtudes indudables. Lo ideal en la educación es dosificar lo positivo y lo negativo, con sentido siempre de la oportunidad.

-¿Le gusta el tono de las generaciones actuales de jóvenes?.

-Encuentro ventajas e inconvenientes. Creo que era nociva la vigilancia extrema a que se sometía a la mujer en el pasado. Así, apenas había en ella responsabilidad e iniciativa, cosas necesarias. Pero hemos pasado al extremo opuesto. La excesiva libertad es un inconveniente. Estoy a favor del término medio. Lo fundamental para la formación de la juventud es inculcarle una íntegra formación cristiana que sirva como contrapunto a la libertad sin frenos. Y volver, si es posible, al sentido un poco patriarcal de las familias de antaño. Encuentro que ahora hay en las mujeres jóvenes muchas virtudes; pero, probablemente, menos feminidad.

- ¿Algún recuerdo importante de su vida.

- Mi entrada en la primera escuela en que ejercí, en Linares. Entré llorando, consciente de la responsabilidad que se me venía encima.

- ¿Tiene contacto con sus antiguas alumnas?

-Con muchas. Una es ahora maestra en Linares, en la misma escuela en la que fue alumna mía. Me escribo con otras. Bastantes de ellas han alcanzado muy buena posición y trabajan cristianamente, en puestos de envergadura.

- ¿Sus aficiones y distracciones?

-Siempre me gustó mucho leer, pero no tuve tiempo. El cine me es indiferente. Me gustó mucho el teatro y la música. Pero, sobre todo, me encantó en todo tiempo el espectáculo de la Naturaleza. Los deportes los considero útiles y necesarios para la juventud, pero encuentro en la afición actual a los mismos cierto fanatismo, mucha exageración.

¿Vive contenta en Úbeda?

-Mucho, al lado de mi hijo. Pero además, me gusta extraordinariamente el ambiente del pueblo, nada frívolo, con aire señorial. Y todas las amistades que aquí tengo, y las personas con quienes trato, me resultan magníficas.

La conversación se prolonga. Doña Ana me enseña una carta de una de sus hijas, misionera en Saipán (Islas Marianas). La carta merecería un marco. Doña Ana está contentísima -da todos los días gracias a Dios- por haberle concedido la gracia de seis hijos religiosos. Es su galardón, su gloria.

A doña Ana se le humedecen los ojos hablando de sus jesuitas y de sus monjas, y tiene también un recuerdo emocionado para su hijo casado ,del que también cuenta y no acaba.

Doña Ana es campo que ha dado ubérrima cosecha al Señor. Ahora, en la mirada, se le nota la paz.