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- Educar es hacer, primero, el inventario de las cosas y de las verdades que no cambian para,
luego, operar con ellas en el alma del educando. El educando es cambiante por fuera, pero idéntico por dentro. Porque por fuera tiene el color y la temperatura ambiental, pero por dentro tiene las... vísceras de siempre. El tiempo cambia los guiños y la sonrisa, mientras que los ojos son igual de generación en generación. Así es que educar es pinchar hondo, es atender lo profundo, influir sobre lo que bajo la piel se esconde.
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¿Quien ha dicho que los niños no tienen problemas? ¿No es precisamente en la infancia cuando todas las interrogaciones vitales abren su inquisitiva ansiedad y cuando la inquietud existencial, ávida de soluciones, ambiciosa de dianas precisas, inaugura su carcaj de preguntas?
No es que los niños no tengan problemas. Lo que sucede, es que los problemas de los niños tienen todavía fácil solución. Son todavía problemas blancos, problemas sin angustia, problemas sin cerrazón.
Y, precisamente, a eso se tiende: a encauzar los problemas, a buscarles solución, cuando la solución es viable. Quizás, si los problemas no se resuelven al principio, ya no se resuelven nunca. Si no ensayamos soluciones cuando es temprano, en la mañana risueña, cómo podremos hallar la incógnita en el crepúsculo cansado, cuando la luz falta y se apaga el impulso?
De ahí el empeño educativo que al fin no radica sino en poner al niño frente a frente con su situación. Y se les habla de su destino y de su porvenir.¿Diréis que a los niños no les interesa su porvenir? Sí les interesa. Les interesa pero no les angustia. Por eso lo resuelven mientras juegan.
"En el trabajo de cada uno, está la justificación de la propia existencia", les han dicho hoy a unos niños. Todos tendremos que hallar justificación ante nosotros mismos; pero quizás, mejor que nadie, los niños , que viven en la mañana, que están más a tiempo...Fueron palabras de cariño y de esperanza.
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Se están ahogando muchos valores. Y creo que para corregir estos desniveles, se descuida mucho la formación moral y religiosa. Y que las reuniones y simposios y convivencias “a nivel de.”.. no solucionarán gran cosa mientras no se restablezcan, de manera inequívoca, muchas insustituibles tablas de valores.
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Pídele a Dios cada mañana que te conserve el entusiasmo, el interés, la curiosidad, el hambre de saber.
Pero eso sin pedantería; eso sin creerse ni un instante superior. Porque todo nos viene de El.
Educar es arraigar, pero también desarraigar. Es sembrar, pero también podar.
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La Escuela debe acercar el hombre a los hombres, que es tanto como acercar el hombre a su destino.
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Un día, ciertos pedagogos acariciaron la utopía de hacer una escuela nueva. Pero la novedad es solo la verdad..
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Si la Sociedad se interesa por la Escuela, ésta puede darle alguna vez, el ciento por uno
La Escuela opera sobre niños, esto es, sobre seres sin prejuicios; sobre seres que, sin embargo, empiezan a formarse y a usar juicios. Esto es mucho. Esto es decisivo. Porque el “sentido social” que el mundo demanda de sus hombres, es algo que no se añade, algo que no se chapuza sobre deformes arquitecturas mentales adquiridas, sino de verdad y seguramente, algo que se inculca
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No estamos bien educados si no nos hemos encontrado a nosotros mismos, el yo único que cada uno es .
Educar es ayudar al todo de los caracteres personales, mínimos quizás en apariencia pero trascendentales.
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Padres, maestros y libros, desvirtúan su misión si no conducen ciertamente a la verdad que está en Dios, en el mundo y en las cosas.
Padre, maestro y libro, lo son de verdad cuando a tiempo actúan y cuando a tiempo se detienen. Cuando saben oficiar de andaderas y cuando, llegado el memento, se paran y dejan al hijo o al niño para que, ya aprovisionado, actúe.
Quizás hay que educar al hombre poniéndole en condiciones de enterarle de quien es. Sin que esto vaya a suponer que se preconiza un perfeccionamiento cultural y moral de puertas adentro, al margen del contexto social. No. No, porque precisamente, nada más después de habernos logrado en nuestra integridad de personas, estaremos en disposición de servir a la comunidad. Y no al contrario.
... Y ...¿quién enseñará a los hombres a ser sencillos?
¿Qué es la sencillez?. Mira qué bien lo explica el campo. Sencillez es sed de verdad, trabajo fructífero en el silencio, maduración gozosa en la paz.
Sencillez es imitar a la oliva, a la espiga, a la rosa.
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Si bien es necesario enterarse de lo que sucede, no es plausible enterarse de cualquier manera. Que es lo que suele ocurrir.
El rumor, el bulo e incluso la mentira, son subespecies que medran merced a la mala información que procede de la inteligencia incompleta de las cosas.
Y las cosas se entienden mal y parcialmente no solamente cuando se nos ocultan en parte, sino también cuando nos llegan salivadas de prejuicios, intereses, partidismos.
Así es que si mal está que una verdad se nos muestre a medias, funesto y peor resulta que la media verdad se nos ofrezca, además, mediatizada y manipulada por el informador de turno.
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¿Sabemos distinguir lo que de verdad es necesario y lo que de verdad es accesorio.?
Formar -educar- es bien difícil, porque hay que enhebrar trascendencias por el ojo de aguja de cada oportunidad. Por eso, la primera providencia del educador es no cegar los ojos de aguja. O más bien, desatascar los ojos de aguja obstruidos, sin esperar, pacientemente, a que sean los alumnos siempre los que desatasquen por su cuenta.
(Bueno: es labor de amor, es labor de caridad; mutuamente tendríamos que ayudarnos todos a ahuecar el interior de nuestras vidas. Buscando sitio a la Verdad).
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La inteligencia es prestada; la inteligencia es un capitalillo que Dios nos da para que negociemos nuestra vida temporal y eterna.
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El mundo busca solo la felicidad. Además de la felicidad hay otras cosas, como la paz, la esperanza, la fe, la ilusión el mismo dolor aceptado, al que se ha hecho hueco. Lo peor del dolor es que nos negamos a prepararle hueco. Y cuando llega, nos encuentra desprevenidos.
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Donde no hay dificultad no puede haber optimismo, porque el optimismo quiere vencer y no se vence sino cuando se lucha.
...Para tener estilo hay que procurar situarse. Situarse, plantarse en ideas firmes, rotundas, armónicas, sistemáticas, organizadas. Solo así es posible un estilo, una manera de ser persona. Solo así acertamos. Hay que plantarse, situarse en el mundo. Y situarse no es sentarse. Abundan quienes corretean de acá para allá con la silla a cuestas. Es un espectáculo muy de ahora. No, no es sentarse lo primero. Lo primero es enraizarse y adquirir conciencia de la propia situación. La silla, el asiento, ya nos vendrá por añadidura.
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..."La educación como rebeldía". ¡Qué tema!. Cuando tantas veces la rebelión se identifica como grosería.
Quizás la familia y el trabajo son dos maneras de educación. Dos estilos de sublevarse para que, así, vencida toda tentación de caos, el hombre pueda encontrar sus auténticas coordenadas.
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Tenemos que seguir preguntando y preguntándonos. Y juntos –juntos todavía- tenemos los hombres la obligación de seguir aportando argumentos para los problemas cotidianos y para los problemas que se elevan sobre la pelea nuestra de cada día. Pero, entonces, cada amanecer tenemos que impetrar serenidades. La Paz – esa que escriben con mayúsculas – no se logra sino a costa de la íntima pacificación interior de cada espíritu. Es difícil, pero por eso es bello. Es difícil, y por eso ennoblece.
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